San Valentín: qué es el enamoramiento y por qué se produce el des-enamoramiento

Sociedad 12 de febrero de 2023
Las personas aman de distintas maneras, según sus edades y etapas vitales. Pero, ¿Cuándo el enamoramiento pasa a ser amor?, y ¿en qué consiste la etapa de desencantamiento?
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El estado de enamoramiento ha sido comparado por Sigmund Freud con la hipnosis, por la sensación de idealización que conlleva y la necesidad de fusión y posesividad para con quien resulta elegido. Se dice que quien se enamora se “enceguece”, debido a que imagina que el otro colmará todas sus expectativas. Si bien es un espejismo -y un estado transitorio-, parece ser un paso fundamental y necesario en la construcción de una pareja estable.

Algunos autores hablan de una etapa de “pos- enamoramiento” como un camino intermedio entre el enamoramiento y el amor.

Cuando el amor desemboca en una relación “institucional” -o elección conyugal permite el armado de una pareja con un proyecto de futuro: un “nosotros”, sobre el cual la sociedad deposita fuertes cargas de idealidad, a diferencia de lo que sucede con las relaciones fugaces o las llamadas “aventuras”.

Amamos para no estar solos, por necesidad de protección, para sentirnos acompañados en la lucha por la vida, para colmar deseos de trascendencia y como intento de curar heridas padecidas dentro de la propia familia de origen, entre otras cosas.

Las personas aman de distintas maneras, según sus edades y etapas vitales por las que atraviesan (adolescencia, adultez, vejez, etc.). 

Mucho se ha hablado acerca del enamoramiento pero poco del “des-enamoramiento”. Éste merecería un capítulo aparte y un estudio exhaustivo. La “desinvestidura” (la dilución del amor, del interés o la afinidad) del que había sido elegido como objeto de amor tampoco tiene una explicación racional: puede darse por la ruptura de acuerdos existentes en la pareja, por crisis que producen profundos cambios en la personalidad, por la aparición de un tercero/a, etc.

También existen casos en los cuales los miembros de una pareja necesitan separarse para volver a elegirse, enamorarse y hasta casarse de nuevo. Existen diferencias, por ejemplo, entre el “des-enamoramiento” y la “desilusión traumática”: en el primer caso predomina la pena por lo que “no fue” y no la sensación de injuria.

El otro no necesariamente es considerado como alguien que ha provocado un daño en forma maliciosa.

Se trata de parejas que no necesitan acusarse o culparse para poder separarse. El afecto que en estos casos predomina es la tristeza. La desilusión traumática, en cambio, se asienta en sucesos puntuales que han sido vividos como afrentas al orgullo y es acompañada, por lo general, por el resentimiento. Aquí se pone en juego lo que resulta perdonable o imperdonable para cada quien y que requerirá –en el caso de querer relanzar la relación- un genuino “trabajo de perdón”, tanto en el caso de pedirlo como en el de otorgarlo.

Cada historia de amor es única…no existen recetas ni fórmulas. Solo el recordar que es necesario distinguir entre “enamoramiento” y “amor”.

El amor requiere de un “trabajo” emocional, que consiste en sostener y aceptar el desencuentro, la no coincidencia, en definitiva...la otredad del otro. Y que en cada etapa de la vida conyugal se juega la posibilidad y a la vez la incertidumbre de volver a elegir y ser elegido. (Ámbito)

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