En Entre Ríos sólo 10 de cada 100 alumnos terminan la escuela en tiempo y forma

Entre Rios 24 de agosto de 2023
El dato se desprende de un informe elaborado por el Observatorio de Argentinos por la Educación e indica que está por debajo de la media nacional, que se ubica en 13. Para los expertos, hay que fortalecer los primeros años de primaria y revisar el “aprobacionismo” en secundaria.
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Solo 13 de cada 100 estudiantes del país que comenzaron primer grado en 2011 llegaron al final de la secundaria en el tiempo teórico esperado, en 2022, y con conocimientos satisfactorios de Lengua y Matemática. La cifra -que fue difundida por el Observatorio Argentinos por la Educación y está basada en datos posteriores a la pandemia- supone un retroceso con respecto a los resultados de cohortes previas de alumnos, como las de 2005-2016 y 2009-2020.

Entre Ríos se ubica por debajo de la media nacional y solo 10 de cada 100 estudiantes finaliza sus estudios cumpliendo esos parámetros.

En tanto, las dos jurisdicciones con mejores índices en 2022 son CABA (29%) y Río Negro (18%). Y hay varias jurisdicciones donde menos del 10% de los estudiantes llegan al último año de secundaria con la edad y los conocimientos esperados; la cifra desciende al 5% en Corrientes, Formosa y Santiago del Estero.

Más datos

Los datos surgen del informe “Índice de Resultados Escolares: ¿Cuántos estudiantes llegan al final de la secundaria en tiempo y forma?”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Irene Kit (Asociación Civil Educación para Todos), Martín Nistal y Leyre Sáenz Guillén (Observatorio de Argentinos por la Educación). El documento analiza la trayectoria escolar de la cohorte que comenzó primer grado en 2011 y llegó al último año de la secundaria en 2022, utilizando los datos del Relevamiento Anual y las pruebas Aprender 2022 de secundaria.

El informe da seguimiento al Índice de Resultados Escolares, que en un estudio previo para la cohorte 2009-2020 arrojó que solo 16 de cada 100 alumnos llegaban en tiempo y forma al final de la secundaria. El índice muestra, por cada 100 estudiantes que ingresaron en primer grado en una cohorte, cuántos llegan al último año de la secundaria en el tiempo teórico esperado (sin repetir ni abandonar) y habiendo alcanzado los aprendizajes en Lengua y Matemática según las pruebas Aprender.

A nivel nacional, de cada 100 estudiantes que comenzaron su escolaridad en 2011, 61 llegaron al último año de la secundaria en el tiempo esperado (12 años después). Esta cifra es mayor que las de cohortes anteriores: contrasta con un 46% en la cohorte 2005-2016 y un 53% en la cohorte 2009-2020, lo que muestra un aumento gradual en el porcentaje de estudiantes que llegan al último año a tiempo.

En 20 de las 24 jurisdicciones viene aumentando la proporción de estudiantes que llegan al último año de la secundaria en el tiempo esperado. Al comparar la cohorte de 2011 con la de 2009, todas las jurisdicciones registran un aumento en la proporción de estudiantes que llegan al último año de sus estudios en el tiempo teórico, con excepción de Córdoba y Corrientes.

Tierra del Fuego (83%), Río Negro (76%) y Chubut (72%) tienen la mayor proporción de alumnos que llegan al último año de la educación obligatoria en el tiempo esperado. En el otro extremo se ubican las jurisdicciones de Corrientes (38%), Misiones (45%) y Santiago del Estero (45%).

El informe señala que existe una marcada relación entre los resultados educativos por jurisdicción y el nivel socioeconómico (NSE) de los estudiantes. Aunque la correlación no es perfecta, se observa que la jurisdicción con el NSE promedio más bajo (Santiago del Estero) también registra el Índice de Resultados Escolares más bajo, mientras que la jurisdicción con el NSE promedio más alto (CABA) presenta el Índice de Resultados Escolares más elevado.

Entre los estudiantes que llegan a tiempo al último año de la secundaria, solo el 21,5% logra alcanzar los aprendizajes esperados de Lengua y Matemática, con niveles de desempeño satisfactorios o avanzados en Aprender 2022. Esto representa una caída de 12,6 puntos porcentuales en comparación con los resultados de 2019. Un 33,5% de los estudiantes que rindieron la prueba en el último año no alcanza los niveles mínimos ni en Lengua ni en Matemática: la cifra aumentó con respecto al 26,5% registrado en 2019. La caída se explica principalmente por el retroceso en los puntajes de Matemática.


Poner el foco en los saberes básicos

¿Por dónde empezar a revertir esta situación, en la que el sistema falla para casi 9 de cada 10 estudiantes? Las expertas consultadas por Infobae coinciden en la importancia de establecer prioridades, evitando la pretensión de “refundarlo todo”, como sugieren hoy algunos discursos cuyas “soluciones” no parecen tener demasiada relación con los problemas críticos que enfrenta la escuela.

“Comprensión lectora de textos de las asignaturas y conocimiento matemático aplicado a la resolución de problemas son prioridades en la secundaria, tan importantes como la alfabetización inicial. Y aunque alcancemos una perfecta alfabetización inicial en primer ciclo de la primaria, si no seguimos desarrollando los niveles sucesivos de dominio de la lectura con la guía de los docentes, seguiremos siendo débiles en lo que ofrecemos a los estudiantes”, sostiene Irene Kit.

“En el actual contexto de inestabilidad política, inflación elevada, aumento de la pobreza, deterioro del salario docente y débiles capacidades estatales, es crucial definir pocas prioridades y enfocar todas las acciones de los ministerios en ellas”, afirma Cecilia Veleda, exdirectora del Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD) y autora del reciente libro La cocina de la política educativa (Siglo XXI).

Veleda continúa: “Será necesario también contar con el apoyo de los gobernadores, tener un plan con metas cuantitativas precisas, hacer un uso más eficiente de la inversión, conformar equipos conocedores de los temas a cargo, asegurar coordinación y monitoreo internos, y comprometer a los actores estratégicos. No se trata de tachar ministerios, sino de mejorar sus condiciones y formas de trabajo. No es fácil; tampoco imposible”.

Un buen comienzo en la escuela primaria es fundamental, subraya Magdalena Benvenuto, directora ejecutiva de la ONG Educar y Crecer. “Me parece que la puerta de entrada a la reforma del sistema educativo está en los primeros grados de la primaria, donde los datos ya nos indican que solo 1 de cada 2 alumnos termina tercer grado comprendiendo lo que lee: la exclusión empieza en el primer ciclo”, explica Benvenuto. Y agrega: “Hay un ejemplo que se está haciendo muy popular en el mundo de la educación: el de Sobral, un municipio en el noreste de Brasil. Allí se implementó una política, el ‘programa de alfabetización en la edad correcta’, que luego se extendió al estado de Ceará”.

Del caso de Ceará, Benvenuto destaca que “implementaron una política de alfabetización fuerte en los primeros grados de primaria, y luego avanzaron con matemática. Primero robustecieron el primer ciclo, luego fueron subiendo hasta sexto grado y la secundaria”. Para la directora de Educar y Crecer, los dos diferenciales de esta política tienen que ver con “el comienzo desde los primeros años, fortaleciendo las bases; y la continuidad en el tiempo: sostuvieron esta política educativa durante 25 años”.

Revalorizar el conocimiento y recuperar la evaluación


Por su parte, Viviana Postay pone el foco en la escuela secundaria, y propone varias ideas. En primer lugar, la revalorización del conocimiento. “En este momento no importa si vos egresás con un promedio alto o bajo, en seis años o en doce: tu título vale igual. Creo que hay que volver a apostar al esfuerzo y al mérito, reconocer a quienes terminan la escuela con cierto desempeño, y que la familia y los estudiantes vuelvan a darle importancia a ese conocimiento”.

Postay resalta también la necesidad de priorizar los aprendizajes básicos, y de alinear las pautas escolares con esos aprendizajes: “El aprendizaje de la lengua y la matemática requieren de una sistematicidad que, por ejemplo, va a implicar guardar el celular en la mochila. Hay que poder designar espacios y tiempos en las escuelas en los que se pueda enseñar y aprender sin estar con el teléfono en la mano; Matemática y Lengua lo requieren”.

En referencia a los aprendizajes de Matemática, donde la situación es más crítica, Irene Kit plantea que es necesario “encarnar la transversalidad de la matemática y el pensamiento lógico”. Y explica: “Es muy frecuente que matemática sea solo problema del profesor de la asignatura. Que el estudiante no vea en forma transparente qué aspectos de las distintas ramas y herramientas de la matemática están vinculadas con distintas áreas de conocimiento: geometría para artes, tecnología, educación física; estadística para ciencias sociales y naturales; funciones para modelizar y estimar comportamientos de variables naturales, sociales, económicas, deportivas”.

Con doce años de experiencia como directora, Postay también considera que “hay que redefinir las políticas de evaluación y volver a empoderar al docente para que pueda aprobar o desaprobar a los estudiantes”. Esto va de la mano con “poner límites a la cantidad de momentos de ‘intensificación’ o de ‘recuperación’, que hoy no tienen límites: en cualquier momento que se te ocurra podés presentar un trabajito. Hay un ‘aprobacionismo’ promovido desde los ministerios para que den bien los números”.

Sobre la formación docente, Postay cuestiona la eficacia de algunas “teorías pedagógicas” y advierte que “desde un punto de vista epistemológico, la formación pedagógica general está muy vaciada de contenido”. E ilustra: “Es como si estuviésemos asentados en un eterno 1984, donde siempre estamos luchando contra una dictadura, siempre estamos hablando de la libre expresión de los chicos. Ya está: en este momento los chicos tienen libre expresión, eligen, hacen lo que quieren”.

Cecilia Veleda sintetiza: “Lengua y matemática son saberes fundantes, indispensables para la vida y para aprender otras cosas. Lograr que todos los estudiantes concluyan la educación obligatoria con conocimientos esenciales en ambas áreas es un objetivo irrenunciable, ampliamente incumplido hoy en la Argentina”.

“El conocimiento matemático, así como el dominio de la palabra escrita, es parte de la ciudadanía activa y protagónica”, afirma Kit. Recuperar la trayectoria escolar como una experiencia potente de aprendizaje es entonces una manera no solo de garantizar un mejor futuro para cada egresado –asegurando así su libertad–, sino también de fortalecer la democracia argentina.

APFDigital

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