
El comunicador fue despedido por sus compañeros de TN tras una larga carrera en los medios, donde se convirtió en una figura de la televisión y la gráfica.
Estuvo más de tres décadas llegando a los hogares a través de la pantala chica. El histórico periodista de TV tenía 91 años y luchaba contra el Alzheimer.
Espectáculos28 de noviembre de 2020El histórico periodista televisivo, Juan Carlos Pérez Loizeau, falleció a los 91 años, luego de una larga lucha contra el Alzheimer.
El recordado conductor de Nuevediario estaba internado desde hacía dos meses en el Sanatorio Otamendi del barrio porteño de Recoleta, luego de haber sufrido varios ACV. Sus restos descansarán en un cementerio de Castelar.
Silvia Fernández Barrio, su ex compañera en el informativo de Canal 9, lo despidió con una sentidas palabras en las redes sociales: "Acabás de irte compañero querido, te lloro sola en casa. No hay muchos compañeros de trabajo que puedan decir que sólo pasamos maravillosos momentos juntos".
Al mismo tiempo, Cristina Pérez, con quien también compartió minutos de aire, expresó un mensaje en su memoria: "Gracias Juan. Me enseñaste tanto, fuiste tan generoso, tan amigo, tan Maestro. Inmenso profesional, absoluto caballero".
Hacia fines de la década del 70 -aquellos convulsionados años 70- Juan Carlos Pérez Loizeau era una referencia ineludible en el periodismo deportivo.
Aunque solía tocar otras cuerdas, estaba identificado como uno de los mejores especialistas en automovilismo (su verdadera pasión). También, por su estilo sobrio, afable y muchas veces erudito, lo convocaban en las transmisiones de otros deportes.
Por ejemplo, era el presentador de los principales eventos de tenis cuando este deporte, a partir de la “Revolución Vilas”, se convirtió en un fenómeno popular.
Pero a comienzos de los 80, el nombre de Pérez Loizeau tuvo una dimensión mayor: sorpresivamente “Realidad 81” se convirtió en un fenómeno televisivo y Pérez Loizeau, en la conducción, sin perder aquel estilo, en un personaje mediático, que se prolongaría por varios años.
Desde entonces, y hasta su retiro de la pantalla, fue uno de los más cotizados conductores de noticieros y programas periodísticos. “Empezamos de casualidad, con un punto de rating, pero a las pocas semanas estábamos en 23 o 25 puntos”, recordaba, sobre aquellos mediodías de Canal 13 que, como el resto de los canales, todavía estaban bajo el mando de los militares.
Nada tenía que ver Pérez Loizeau con el estilo vociferante, la grieta política, las polémicas o los intercambios mediáticos tan habituales en nuestros días. Pero su popularidad no decrecía y así -tal vez con distinta suerte, pero siempre con ese estilo que le distinguió- estuvo al frente de las noticias en todos los canales abiertos: del 13 al 9 (con Nuevediario), posteriormente en el 7 (por entonces ATC manejado Gerardo Sofovich) y también en Telefe, además de un paso por América.
“Me gusta que haya buena onda en el estudio. Cuando estuve en Canal 13 haciendo Realidad tomaba sopas instantáneas en las pausas comerciales. Y eso ya creaba un ambiente más suelto y tranquilo. También me pasó en los otros canales. La buena onda se nota cuando sale al aire. Acá pasa lo mismo y creo que el programa se ve bien, no sólo por la producción que es fundamental, sino también por el clima de trabajo”, explicaba.
Porteño de siempre, pasó su infancia y adolescencia en Liniers, cursó el secundario en el Osvaldo Magnasco y luego de su casamiento se estableció en Almagro, que sería su barrio por siempre.
Desde joven trabajaba como visitador médico, pero ya tenía vocación periodística. En 1957 se le dio la oportunidad de ingresar en La Nación como cronista en Deportes. “Alberto Laya en La Nación y Roberto Fontanarrosa en El Gráfico fueron mis maestros”, contó, en alusión a dos ineludibles figuras.
“Aquella fue una época muy linda, tenía la oportunidad de cubrir los principales acontecimientos deportivos y de convivir con gente muy valiosa”, contaba. De esa época, justamente, data su idolatría por Juan Manuel Fangio.
Nada tenía que ver Pérez Loizeau con el estilo vociferante, la grieta política, las polémicas o los intercambios mediáticos tan habituales en nuestros días. Pero su popularidad no decrecía y así -tal vez con distinta suerte, pero siempre con ese estilo que le distinguió- estuvo al frente de las noticias en todos los canales abiertos: del 13 al 9 (con Nuevediario), posteriormente en el 7 (por entonces ATC manejado Gerardo Sofovich) y también en Telefe, además de un paso por América.
“Me gusta que haya buena onda en el estudio. Cuando estuve en Canal 13 haciendo Realidad tomaba sopas instantáneas en las pausas comerciales. Y eso ya creaba un ambiente más suelto y tranquilo. También me pasó en los otros canales. La buena onda se nota cuando sale al aire. Acá pasa lo mismo y creo que el programa se ve bien, no sólo por la producción que es fundamental, sino también por el clima de trabajo”, explicaba.
Porteño de siempre, pasó su infancia y adolescencia en Liniers, cursó el secundario en el Osvaldo Magnasco y luego de su casamiento se estableció en Almagro, que sería su barrio por siempre.
Desde joven trabajaba como visitador médico, pero ya tenía vocación periodística. En 1957 se le dio la oportunidad de ingresar en La Nación como cronista en Deportes. “Alberto Laya en La Nación y Roberto Fontanarrosa en El Gráfico fueron mis maestros”, contó, en alusión a dos ineludibles figuras.
“Aquella fue una época muy linda, tenía la oportunidad de cubrir los principales acontecimientos deportivos y de convivir con gente muy valiosa”, contaba. De esa época, justamente, data su idolatría por Juan Manuel Fangio.
Todo se extendió hasta el 84 cuando, con la vuelta de la democracia y con Alejandro Romay recuperando Canal 9. Este lo convocó como la cara de su noticiero (“Nuevediario”) junto a Daniel Mendoza primero, Silvia Fernández Barrio después.
“Es una cuestión profesional, uno tiene que cambiar. Hay momentos en los que hace falta renovarse y afrontar el desafío de mantenerse activo, no aniquilosarse”, definía. También mantenía su línea y se alejaba de cualquier embanderamiento político.
“Si tengo credibilidad debe ser por la conducta profesional que siempre mantuve. Nunca me las di de político, prefiero mantener mi objetividad y no embanderarme”. Pero también consideraba que “la prioridad en la TV es el entretenimiento y después, la información”.
También condujo noticieros en Telefe -con producción de Carlos Montero y que le valieron su segundo Martín Fierro, a treinta años del primero- y volvió al canal estatal, pero ya diversificando su tarea. Allí, además de la presentación del noticiero, tuvo un ciclo de entrevistas a leyendas del deporte como su ídolo Fangio o el maestro Roberto De Vicenzo.
Hasta que llegaría el alejamiento definitivo de las noticias, luego de más de tres décadas en pantalla. Incursionó en otros programas y en distintos medios, con placer y con recuerdos. Habría más tiempo para la familia y los viajes. Y para extender, junto a sus amigos, otra de sus aficiones, el jazz de Charlie Parker, Count Basie, Duke Ellington.
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