El dramático relato de un hombre que no puede contener a sus nietos que salen a robar y pidió que no "los devuelvan"

Judiciales16 de agosto de 2024 Por Estación Plus Crespo
Hace cinco años, la Justicia y la Senaf lo dejaron a cargo de los chicos porque sus padres están perdidos por el consumo de drogas. Tiene 12 y 14 años y este año ya fueron "detenidos" ocho veces.
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Ella tiene 11 años. Al colegio primario lo terminó como abanderado. Pero hace ya un tiempito que casi ni pisa la escuela.

Ellos son mellizos, de 14 años. Uno figura para la Justicia con "paradero desconocido". Meses atrás, se escapó de una residencia de la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) de Córdoba y volvió a la casa de su abuelo. Come, se cambia, se junta con sus hermanos y a veces duerme allí. Otras noches, nadie sabe por dónde anda.

Los tres hermanitos, junto a otro de 19 años, hace tiempo que se convirtieron en "clientes" permanentes de un sistema que exuda impotencia: el que debe asistir a los menores inimputables que delinquen. 

Ellos viven con su abuelo, un jubilado que cobra la mínima y que no recibe ninguna otra ayuda, luego de que se declarara que sus padres, perdidos por el consumo de la droga (sobre todo, del "pipazo") fueron declarados como "incapaces". Hace cinco años, un empleado público le tocó la puerta al hombre y le dijo que a partir de ese momento él se tenía que hacer cargo de los chicos. "De manera provisoria", le indicaron. Ya pasaron cinco años.

Una historia que comienza en las profundidades de barrio Yapeyú, un sector del este cordobés que hace tiempo a gritos denuncia que allí la oferta de drogas y de armas es más común que cualquier otra oportunidad. Un relato que lejos está de ser una excepción, y que comienza en los márgenes simbólicos y reales de una ciudad, pero que termina interpelando al corazón de las políticas públicas y del sistema judicial.

-En los últimos meses, la Policía detuvo varias veces a sus nietos, de noche, de madrugada, robando en la escuela y robando en la calle.

-Sí, o sea, no lo han agarrado robando en la escuela, pero han sido partícipes de eso. Sí, en la calle, siete, ocho veces. 

-¿Y qué pasa cada vez que lo agarran? ¿Lo llaman a usted para que los retire? 

-Sí, les dan un sermón en Tribunales 2, pero lo entregan ahí nomás. Después viene la citación al Tribunal Juvenil de la calle San Jerónimo. Después que vamos a la citación al Tribunal de San Jerónimo, te envían a la Senaf, al lugar para los chicos que delinquen, al frente de la terminal. Y ahí le hacen un seguimiento. 

-En más de una oportunidad les dijo que no se los devolvieran más a los chicos, que usted no podía...

-Le dije que ya se habían escapado del control porque no me obedecen, faltan respeto. Hacen lo que quieren. Esperan que me duerma a la noche para escapar. Y cuando me despierto, no están. Me preocupa que les pase algo, por el peligro que corren. Este es un barrio difícil, un barrio peligroso. Son muchos los chicos que andan en los mismos, muchos. 

-¿Quedan bajo la custodia de usted porque los papás tienen problemas de consumo y no han podido salir de ese problema? 

-Sí, no han salido. El problema con el padre es que no les interesa porque en cinco años que están acá no vino nunca. O sea, yo por más diferencias que tenga con él, no le puedo negar ni a él ni a los chicos que se vean, pero no apareció más. No les interesa, porque ni por teléfono llama. Se desligó por completo. Y la mamá está en tratamiento. Aparte, él tiene sus obligaciones como padre, que tendría que pasar manutención, esas cosas. Yo nunca se la peleé porque no me interesa esa parte, pero sí me hace falta porque yo estoy jubilado con la mínima. El Anses no me paga asignación universal, no me da la tarjeta alimentar. Así que me tengo que arreglar yo con la jubilación. Los chicos piden cosas y cuando uno le dice que no, bueno, dicen ''no te hagas problema abuelo, nosotros vamos a traer, te vamos a invitar''. 

-¿Y la mamá de los chicos? 

-Ella está con sus problemas, así que sí va, los visita. De vez en cuando viene, una vez a la semana por lo menos. 

-O sea que hace cinco años lo llamaron desde la Senaf y la Justicia y le dijeron que a partir de ese momento usted se tenía que hacer cargo de sus nietos.

-Sí, me citaron a la oficina, al tribunal. Primero el Senaf y después el tribunal. Me dijeron que provisoriamente estarían a cargo mío, pero no sé cómo son esos sistemas, porque todo sigue igual. Y si los meten en algún instituto o residencia, se escapan muy fácilmente. Y vuelven a la calle. ¿Y entonces qué? Y en la calle corren más peligro... Uno de mis nietos se escapó, viene, va, viene, come, busca su ropa, se vuelve a ir, porque sabe que lo buscan.

-O sea, sus nietos han sido detenidos varias veces porque los encuentran robando, deambulando de noche. La Senaf ya intervino varias veces y sabe el contexto familiar, sabe que los padres no están presentes y que usted se tiene que hacer cargo. Y usted les ha dicho que no se puede hacer más cargo de esta situación porque lo excede. ¿Cuál es la solución? ¿Cómo ve que va a seguir esta historia? 

-Estoy esperando la solución de parte de ellos, pero yo no veo todavía, hasta ahora no veo... Ahora que lo veo como que están trabajando más en el tema, ¿no es cierto? Como que están más abocados a los chicos, pero yo espero que ellos, que son los que saben, que le encuentren la salida. Ya sea estando internados en algún lado, que alguien les tiene que hacer entender cuál es el camino. Porque ellos así corren peligro. Hacen lo que no tienen que hacer y a la vez corren peligro sus vidas.

-Su nieta era abanderada en el primario. 

-Sí, en quinto y sexto grado. Con el secundario empezaron los problemas porque hizo la barra, hizo la barrita ahí. Y ya salían como si fuera una diversión ir a robar a cualquier negocio, a un quiosco, a sacar chocolates, galletas. Y si venden algo (de lo robado), se van y se compran el sanguchazo, el lomito... 

-Y me dice que hay más chicos ahí en el barrio que están en la misma situación. 

-Sí, son una banda. Los conozco a casi todos, son una banda y son de familias complicadas. Acá en mi casa no hay droga ni nada de esas cosas, pero conozco a los otros chicos que sí ven esa realidad. Los padres viven de esas cosas. Se la rebuscan en eso, prostitución, droga... 

-Y si usted le tuviera que decir algo a la Justicia, a la Senaf, ¿qué les diría? 

-Les diría que hagan algo, que ellos son los que saben... Yo cumplo cada vez que me piden que los lleve a donde sea, los llevo. Siempre. Pueden decir que no han faltado nunca. Me piden que los lleve, allá los llevo. Hoy tengo que ir al Tribunal Juvenil. Ayer estuve en la Senaf, en el Instituto Pablo Pizzurno. Anteayer estuve en el Tribunal Juvenil por la nena. O sea, semana completa. Yo voy, vengo, los llevo, los traigo. 

-Y cuando usted le dijo que no podía más, que no los quería buscar más, ¿qué les dijeron las autoridades?

-Les dije yo que se me habían escapado del control porque no me obedecen. Ya dejaron de obedecerme. Al principio vino todo bien. Tres, cuatro años. Cuando empezó el secundario, ahí ya vino esa juntada. Y ahí de a poco se fueron por el mal camino. 

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