Lo pudo ganar. Lo pudo perder. Al final, fue un empate que a Boca no le sirve. Que no le suma, que le resta. Un empate Chiquito, porque Sergio Romero, su arquero, atajó un penal que él mismo le cometió a Castelli y que pudo ser el 0-1. Pero ni siquiera eso le sirvió al equipo de Ibarra para reaccionar: terminó con cuatro puntas, con el debut de la Bestia Merentiel (acompañando a Orsini), pero confundido, sin ideas, sin patrón de juego y con el sinsabor de un 0 a 0 ante Central Córdoba que lo deja en deuda en la segunda fecha del torneo.

¿Qué le faltó a Boca? Contundencia. Sobre todo, en el primer tiempo. En esa etapa, fue lo mejor del local. En esos primeros 45 minutos, lo tuvo en todo momento. Una, dos, tres, cuatro veces. Con Orsini, que contó con un mano a mano inmejorable para cortar sus 11 meses sin goles. Lo tuvo con Villa, de tiro libre, también en un centro que cruzó todo el arquero, en un remate desde afuera. Y lo tuvo con Romero, el mejor del equipo, que se terminó molestando con el ex Lanús para fallar casi un penal en movimiento.

Lo tuvo Boca, entonces, pero no fue eficaz. Y lo pagó. Dominó, eso sí, toda esa etapa. Sobre todo a partir de Oscar, que arrancó desde la derecha pero que por momentos cruzó de lado a lado para sacarle referencia a sus marcadores, y así convertirse en la llave del circuito ofensivo del equipo y, sobre todo, en el principal asistidor para las corridas de Villa. Pero aun con Romero lúcido de toda lucidez al local no le alcanzó para hacer la diferencia.

En el segundo tiempo, de hecho, debió trabajar más de la cuenta. De hecho, se fue diluyendo y le costó romper a la estructura defensiva de Central Córdoba, mejor parado que en el primer tiempo, más cerradito, más uniforme, más atento a la posición de Romero. Boca, entonces, fue perdiendo constancia y peligrosidad. Y no sólo eso: se abrió en defensa y le dio ventajas a su rival, que estuvo muy cerca de hacerle vivir una pesadilla.

Ahí, cuando peor la pasaba, Chiquito Romero se convirtió en héroe por primera vez como arquero de Boca: le hizo un penal a Castelli que él mismo terminó atajando después, en su primera intervención decisiva en el club. Es cierto, en el primer tiempo le había sacado un buen remate a Benítez, pero con esa atajada no sólo evitó la derrota, también levantó a la gente y se ganó un crédito que hasta ahora no tenía, más allá de su probada jerarquía.

Esa alerta sacudió a Boca, que tomó más recaudos atrás, pero nunca pudo encontrarle la vuelta adelante. Ibarra movió todo su mediocampo: primero salieron Pol y Ramírez, de flojos rendimientos, para darle lugar al Equi Fernández y al debut de Merentiel. Pero el equipo siguió sin tener peso ofensivo. Y entonces, el Changuito entró por Oscar, para terminar con cuatro puntas (Zeballos, Orsini, Merentiel y Villa), dos por afuera y dos por adentro, en busca de esa ventaja que nunca llegó. Y que lo obliga, ahora, a replantear sus fórmulas y, sobre todo, su juego.

Olé