La historia
El 3 septiembre de 2020, en pleno aislamiento por la pandemia de Covid-19, Entre Ríos y el país se vio sorprendido por una noticia policial fuera de lo común: un exsoldado ucraniano había sido descubierto en el baúl de un Corsa conducido por un empresario santafesino. Al mando del auto iba el armero Juan José Clucellas, que viajaba solo en el vehículo, sin documentación habilitante, de otro empresario y dirigente político correntino Raúl Sopérez, que al poco tiempo cayó preso por tráfico de drogas y armas.
El ucraniano Viktor Melnyk en la actualidad está preso en Paraguay por ser el nexo entre organizaciones guaraníes dedicadas al narcotráfico y europeas.
El operativo se ejecutó en Paso Telégrafo, puesto caminero ubicado en la ruta 12, a cuatro kilómetros del límite con Corrientes. Cuando los policías detuvieron ese 3 de septiembre el Corsa divisaron que iba solo el conductor. Clucellas entregó los papeles y desplegó un trato afable hacia los uniformados. El vehículo no estaba a su nombre, sino que figuraba registrado en Itá Ibaté, Corrientes, por otra persona, que es “amigo y pariente”, según se supo que el empresario.
Los policías le pidieron al dueño de la armería La Escondida que abriera el baúl. Para evitar que lo hicieran, Clucellas les dijo que llevaba un ciervo Axis, que se cazan en esa zona. Pero dentro del baúl no había ningún animal, sino un hombre enorme, con las piernas flexionadas, como si estuviera en posición fetal, vestido con una gorra, un jogging y zapatillas de trecking. Los policías se pusieron nerviosos al ver dentro del auto al gigante de 1,90 metros y unos 150 kilos que se movía. Dijo que se llamaba Viktor Melnyk y que era miembro de las fuerzas especiales ucranianas.
Los policías tiraron al piso a Clucellas. Y le pidieron al gigante ucraniano que saliera del baúl. Lo revisaron para ver si estaba armado. El hombre estaba quieto. No se resistió a que los policías entrerrianos lo esposaran.
Clucellas y Melnyk quedaron demorados. El dueño de la armería La Escondida declaró que se había ido a pescar a Corrientes. Pero que no pudo lanzar la caña en las cabañas Don Quico, que son del dueño del Corsa, porque su amigo le dijo que podía comprometerlo: está prohibida la pesca por la cuarentena. “El lunes fui a Itá Ibaté, a las cabañas Don Quico, que son de un amigo y pariente. Mi amigo me dijo que lo iba a comprometer porque estaban cruzando un montón de paraguayos a cobrar el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia, impuesto como auxilio durante la pandemia). Así que me quedé esperando y el martes y el miércoles me vine (para Santa Fe)”, contó a los investigadores.
Lo extraño es que Clucellas se había ido a Corrientes en una camioneta. Pero la dejó en Itá Ibaté, según reprodujo en su momento La Nación. El argumento que dio a la Justicia resultó algo llamativo. “Dejé la camioneta mía en Ita Ibaté para decirle a mi mujer que se me había roto y que tenía que ir la semana que viene a pescar, y le pedí el auto prestado a él para venirme”, contó a Aire de Santa Fe.
El empresario, de 46 años en ese momento, aseguró que cuando regresaba a Santa Fe, luego de recorrer unos 25 kilómetros, vio a un hombre haciendo dedo en la ruta. “Para no venir solo, ya que yo venía en el Corsita, le dije que subiera”, relató.
En ese momento Clucellas dijo que le sintió una “tonada extraña”. El gigante ucraniano se sentó en el asiento del acompañante. Le contó al dueño de La Escondida, según su relato, que “la mujer tenía un gran problema, que estaba por tener familia en Rosario”.
“Le pregunté si tenía papeles y me mostró que tenía placa oficial, que podía circular”, explicó. Clucellas describió que fueron pasando todos los controles policiales sin mayores problemas.
Melnyk no tenía ninguna placa oficial. Tampoco pasaporte. Solo llevaba un permiso de residencia otorgado en Málaga, España, el 31 de julio pasado. Un carnet de conducir de España que vence el 17 de enero de 2022 y una extraña identificación como “teniente” de los “Reales Tercios de España”, cuya fecha de expedición es del 15 de marzo de 2019. Los Reales Tercios de España son –según publicó el diario El País– “una organización paramilitar a cuyo frente se encuentran personas que tratan de constituirse en salvaguarda de la monarquía”. Es como una especie de logia, integrada en su mayoría por militares.