Reiniciarán la búsqueda de la familia Gill

Entre Rios08 de septiembre de 2018
En esta primavera, la justicia retomará la búsqueda de los seis integrantes de la familia Gill, cuyo rastro se perdió en el verano de 2002, y de quienes no se han tenido novedades sobre su paradero.
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El titular del Juzgado de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, confirmó que se continúa trabajando en la última pista que aportó un contratista rural, que conoció en vida al jefe de la familia, Rubén “Mencho” Gill, y que derivó en la realización de excavacaciones, en febrero pasado, en la estancia La Candelaria, ubicada en Crucesitas Séptima, departamento Nogoyá.

El expediente judicial que ahora tramita el juez Acosta acumula 17 cuerpos desde que la causa comenzó a instruirse, en 2002. En estos quince años, se han seguido pistas, testimonios y se han chequeado datos que han ido aportando distintas personas, pero todo ha concluido en fracaso: los Gill no aparecen.

La última vez que los vieron fue el 13 de enero de 2002, en un velatorio en Viale. A partir de entonces parece habérselos tragado la tierra. Su empleador, el dueño de la estancia La Candelario, Alfonso Goette, murió en 2016 en un accidente automovilístico, y con él se fue una posibilidad de aclarar el misterio. “Goette es una hipósteis que trabajamos, pero en este caso hay más preguntas que respuestas. Pero más allá de investigar personas, estamos investigando hechos, y donde hay un dato que nos permita ubicar a estas seis personas, lo trabajamos. Pero sí, no desconocemos las sospechas que hay sobre el titular del establecimiento La Candelaria”, admite el juez.

Dos fueron los puntos de búsqueda en febrero pasado, a partir de los datos que aportó a la Justicia Armando Nanni, un contratista rural que supo trabajar en el campo propiedad de Alfonso Goette, muerto en 2016 en un accidente de tránsito. Nanni dijo haber visto a Rubén “Mencho” Gill cavando pozos días antes de la desaparición, consignó Entre Ríos Ahora.

La hipótesis es macabra: ya muertos todos los integrantes de la familia Gill -Rubén “Mencho” Gill, entonces de 55 años de edad, su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, y sus hijos María Ofelia de 12, Osvaldo José de 9, Sofía Margarita de 6 y Carlos Daniel de 2-, sus restos habrían sido enterrados en el mismo campo en el que trabajaban. ¿Quién los mató? ¿Quién ordenó, luego, enterrarlos ahí? Es un misterio que sigue a otro misterio: qué fue de los Gill.

El primer pozo de agua inspeccionado por la empresa Natalio Giménez, especialmente contratada por la Justicia para el rastrillaje en La Candelaria, no arrojó ningún resultado positivo. Los huesos que se fueron extrayendo fueron descartados por el forense Luis Moyano: pertenecían a restos de animales.

La atención, luego, se concentró en el curso de un arroyo -también señalado por Nanni como probable sitio donde fueron a parar los Gill-, pero para ello será necesario replantear el trabajo de búsqueda, según precisó el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, y otro presupuesto, y para eso, primero, se debe obtener la aprobación del Poder Judicial.

La desaparición de los Gill es un misterio oscuro. El matrimonio se conoció en la estancia La Candelaria: allí, “Mencho” era peón, y Margarita Gallegos hacía tareas de limpieza en la casa. Ellos dos, más sus cuatro hijos desaparecieron sin dejar un solo rastro. Se los vio por última vez en el velatorio de Máximo Vega, un conocido de la ciudad de Viale, en enero de 2002.

A mediados de marzo de 2002, Otto Gill, hermano del “Mencho”, intentó comunicarse con ellos, pero no hubo respuesta. Luisa, otra hermana, viajó hasta Crucecitas Séptima. Allí el patrón Alfonso Goette le dijo que no sabía nada, y se radicó la exposición policial.

La causa fue caratulada al principio, por el juez de Instrucción Jorge Gallino, como Averiguación de paradero.

El primer allanamiento que ordenó fue 18 meses después, el 10 de julio de 2003. Otro fue sucesivamente postergado por “inclemencias climáticas”: del 29 de julio de 2003 se pasó al 5 de agosto, y se pospuso para el 13 del mismo mes.

“Nosotros -cuenta el juez Acosta- hemos continuado realizando tareas investigativas, llegamos a producir diversas entrevistas con vecinos de la zona, nos han aportado datos respecto a un par de lugares, que podrían ser objeto de investigación. En el marco de esta causa, se dictaron allanamientos y se realizaron exacavaciones, en febrero, y que están inconclusas. La idea es culminarlas apenas el clima nos permita. Y agotar los datos que nos brindaron”.

Y especula que no habría inconvenientes en que la Justicia autorice el gasto que será necesario. “Está en trámite el pedido de autorización, y entendemos que no habrá problemas -asegura el magistrado-. Se trata de un trabajo de limpieza de monte y excavación. No es más que eso lo que se busca contratar. Entendemos que no vamos a tener problemas, que tendremos novedades a la hora de que podamos avanzar en iniciar nuevamente la búsqueda”.
Acosta confía en la necesidad de “agotar este último dato que recibimos. Entendemos que es una información que merece ser trabajada, y una hipótesis que merece ser seguida, y por eso queremos terminar”.

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