La búsqueda de los Gill se dilata de nuevo por falta de recursos

Nuevamente la búsqueda de la familia Gillenfrenta un escollo. Luego de haberse comenzado semanas atrás las excavaciones en el campo de Alfonso Goette, jefe de la estancia donde vivía la familia en Crucesitas Séptima -Nogoyá-, los peritajes fueron detenidos, a la espera de otro presupuesto.
Fuentes judiciales confirmaron a Ahora que el especialista que está llevando adelante los rastrillajes está a la espera de un nuevo presupuesto, debido a que primero se debe analizar una porción de tierra cercana al arroyo, para establecer si fue o no removida antes.
De manera tal que otra vez un trámite burocrático le pone un freno a la causa, que ya estuvo durante varios años dormida, y que se reactivó a partir de la declaración de un testigo, quien afirmó haber visto a Mencho Gill haciendo un pozo, pocos días antes de desaparecer junto a su esposa y sus cuatro hijos.
EL CASO
José Rubén "Mencho" Gill, de 56 años en aquel momento; su esposa, Margarita Norma Gallegos, de 26, y sus hijos, María Ofelia, de 12; Osvaldo José, de 9; Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2, desaparecieron el 13 de enero de 2002.
La familia completa vivía en La Candelaria, el campo donde el hombre trabajaba como peón rural de Goette. Mecho Gill fue visto con vida por última vez en el velorio de un amigo el 13 de enero de 2002, en Viale.
Tres meses después de su desaparición, el 3 de abril, recién el dueño del campo, Alfonso Goette, fue a la casa de Luisa, una hermana Gill, y preguntó ellos. Allí, dijo que habían salido de vacaciones y nunca habían regresado. La familia no le creyó y piensa que el fallecido estanciero fue el responsable de la desaparición.
En el galpón que funcionaba como casa de la familia dentro de La Candelaria, no había indicios de que hubieran salido de vacaciones, porque allí estaban sus documentos, ropa, pertenencias. Además, la esposa de Gill dejó sueldos sin cobrar en la escuela donde trabajaba.
En principio la Justicia le creyó a Goette y su historia de las presuntas vacaciones. Luego, un año y medio después de la desaparición, ocurrieron las primeras pericias en el campo, pero sin resultados positivos. También se tomaron testimonios y hubo control en las fronteras. Siempre sin datos.
María Adelia Gallegos, madre de la esposa de Gill y abuela de los niños, opinó que "el error es buscarlos vivos, porque ellos ya están muertos y enterrados. Para mí tienen que buscar donde vivían, en el campo de Alfonso Goette".