En ese sentido, un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) plantea que el 30% de la recaudación consolidada entre la Nación, las provincias y los municipios se explica por impuestos que elevan los costos de la producción, es decir, distorsivos, que son los que más urge reducir si se quiere tener un tipo de cambio barato.
Acuerdo con el FMI: cuáles son los impuestos que deberían recortarse y cuáles subir

Los resultados fiscales que la Argentina tiene que obtener en los próximos años en el marco del acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) dejan escaso margen para que el Gobierno de Javier Milei pueda cumplir una de sus principales promesas de campaña: reducir impuestos.
Si se suman algunos datos de consultoras privadas, es inimaginable que en un plazo más o menos corto, se pueda reducir el Impuesto al Valor Agregado (IVA), por ejemplo, de 21% al 10,5%, sin que suba otro tributo.
IDESA se focaliza en el impuesto al cheque y las retenciones a las exportaciones, de nivel nacional; Ingresos Brutos, a nivel provincial y la tasa de industria y comercio, que es municipal.
“El impuesto al cheque recaudó 1,6% del PBI y los derechos de exportación un 1% del PBI. A nivel provincial, el impuesto a los Ingresos Brutos recaudó 4,2% del PBI y el impuesto a los sellos 0,4%. A nivel municipal, la tasa de industria y comercio recaudó 0,8% del PBI”, señala el estudio.
“Estos datos muestran que los principales impuestos distorsivos generan ingresos por el equivalente al 8% del PBI”, sostiene IDESA. El reporte indica que “esto implica casi un 30% del total de los recursos con que cuenta el sector público nacional, provincial y municipal”.
“Se confirma así que no hay posibilidades de eliminar o reducir estos impuestos distorsivos sin volver a caer en déficit fiscal”, considera el estudio.
El reporte considera que el IVA es un impuesto neutral que no afecta al precio final y por eso recomienda reemplazar por éste a los gravámenes distorsivos. Sobre todo, lo que se denomina “super IVA”, que podría englobar a la mayoría de los gravámenes provinciales.
Tipo de cambio barato y baja de presión tributaria
La reducción de impuestos está en el eje del discurso del Gobierno, pero a su vez es contradictoria con el objetivo de reducir el tipo de cambio a niveles por debajo de los $1.000, una vez abandonado el esquema de cambio fijo con devaluación al 1%.
“Desde el punto de vista de la producción nacional a este nivel de tipo de cambio se intensifican los problemas de competitividad. Es decir, las dificultades que se enfrentan para exportar y competir con los productos importados persisten”, señala el informe de IDESA.
El estudio considera que “este conflicto de objetivos deriva en un conflicto de políticas públicas”. “Por un lado, las entidades empresarias piden bajar la presión impositiva para mejorar la competitividad. Por el otro, el Gobierno plantea que el espacio para bajar impuestos sin comprometer el equilibrio fiscal es muy acotado”, dice el estudio.