Control sobre lo que hacen los hijos adolescentes en la calle, establecer límites, y adoptar responsabilidades en el rol que cada uno tiene al vivir en comunidad, son algunos de los aspectos que reclaman un grupo de vecinos de Barrio Norte de Crespo. Sucede después de una situación que no pasó desapercibida, entre la noche del martes y madrugada del miércoles.

Relataron a FM Estación Plus Crespo que "a las 1:40 aproximadamente, gurises estaban acarreando carteles que pertenecen a venta de terrenos, inmuebles de estos alrededores; junto con ladrillos retak. Aunque son elementos que obviamente tienen dueño, hasta ese momento no se entendía bien cuál era la finalidad".

Una mamá afirmó que su hija al cruzarlos, les manifestó que "dejen de hacer eso", pero su pedido no tuvo eco y el trayecto hormiga continuó. Refirió que tendrían "entre 12 y 15 años".

Resultó que el acarreo propició que "improvisaran un muro, que obstruía el tránsito, y colocaron cartel de venta. Fue en Tucumán, pasando calle Gualeguaychú, hacia Jacob. Sobre el puentecito".

Además, acotaron que "a una vecina de calle Tucumán le tiraron un gran cascote en el techo, un ruido tremendo, que los sobresaltó y se levantaron rápido, asustados. Se avisó a la Policía".

"Y a otra vecina, le reunieron los juegos que tenía de los chicos y los acumularon en un sector", comentaron.

Señalaron que "muchos de por acá trabajan temprano y no sólo no pudieron dormir, sino que avanzada la madrugada debieron retirar los ladrillos para evitar algún accidente de tránsito. Calculo que unos 20 ladrillos se rompieron", dijo la mujer. El valor de mercado de este material de construcción, ronda los $4.900 por unidad.

Si bien el damnificado de la pérdida económica por la rotura de los ladrillos aún no ha formulado denuncia, los residentes de la zona se solidarizaron: "Hoy construir cuesta muy caro, es esfuerzo. Esto no puede ser tomado como una diversión juvenil".

Denotando preocupación por la sumatoria de pequeñas actitudes para nada festejables, expresaron a este medio: "Si los padres o una autoridad pública no les marcan las consecuencias de lo que hicieron, en unos años van a actuar peor. Nos gustaría que se cite a los chicos, a sus padres, como para que en cada casa se hable del tema, de qué hicieron en las horas que pasaron afuera, o con su grupo de amigos. Es el momento de corregir, de inculcar que lo ajeno debe ser respetado y que no es una travesura poner en peligro a otros", afirmaron.