“Las drogas y el alcohol no son un estilo de vida, sino un proyecto de muerte”, explicó el director de la Comunidad Terapéutica Nuestra Vida
El consumo problemático de bebidas alcohólicas y de diferentes estupefacientes desvela a muchas familias, que con angustia transitan una búsqueda desesperada de ayuda y solución para sus seres queridos, inmersos en este flagelo social.
Para personas de todo el país -e incluso muchos entrerrianos-, la Asociación Civil Nuestra Vida ha sido la puerta de esperanza y de calma, desandando tratamientos para la rehabilitación de adicciones. El psicólogo social, acompañante terapéutico y especialista en toxicomanías, Lic. Claudio Ferrer, es el director de la Comunidad Terapéutica y en diálogo con FM Estación Plus Crespo, afirmó: "A la Asociación Civil Nuestra Vida la creé y fundé en el año 1987, con la finalidad de poder brindar herramientas a los chicos y a sus familias, para que puedan salir del infierno de la droga y el alcohol. El objetivo es un plan social, que nosotros como institución podamos cumplir un rol dentro de la sociedad. Trabajamos en guiar y acompañar de qué manera poder enfrentar todo esto, porque muchas veces se cree que la adicción es un capricho, una tesitura de una persona; y es una enfermedad. 'Adición' significa no poder hablar, sin hablar. Esto tiene mucho que ver. Nosotros ofrecemos un tratamiento sumamente dinámico, para que la persona que se interna en nuestra institución, reciba todas las herramientas necesarias como para que -de cuatro a seis meses-, esté prácticamente liberada de lo que son sus adicciones e insertada nuevamente en sociedad y en su familia. Que pueda recuperar los vínculos y tener una calidad de vida mucho más digna que la que tenía cuando llegó".
El especialista confirmó que "el alcohol y las drogas tienen un impacto totalmente distinto en el cerebro. Para nosotros, la adicción más aguerrida de combatir es el alcoholismo. Si bien la droga tiene multicausales o multicomponentes, porque se consume marihuana, cocaína, pastillas y demás, a nivel físico y cerebral, no tiene tanto efecto como el alcohol. Las bebidas alcohólicas generan una dependencia psíquica y física terrible, y es mucho más difícil trabajar con esa persona que con la que tiene adicción a otras sustancias. De todos modos, tenemos un plan medicamentoso. Cuando una persona viene consumiendo pasta base, crack o alcohol, establecemos un plan medicamentoso específico, de 15 a 20 días, para controlar esos receptores opiáceos que tiene el cerebro. Se los pueda aplacar y la persona pueda pasar una estadía un poco más tranquila, permitiendo que piense, que descanse. No son más de 30 días como máximo, hasta que la persona se estabiliza".
Tratamiento espejo
Bajo esa técnica trabaja la Comunidad Terapéutica Nuestra Vida, que cuenta con psicólogos, psiquiatras, nutricionistas, médicos clínicos, profesores en técnicas especializadas y demás especialidades. Ferrer indicó: "Comúnmente no usamos fármacos para tratar la adicción, sino que aplicamos un tratamiento espejo -como se lo denomina-, donde hay terapia individual, terapia de grupo, donde la persona se encuentra consigo mismo y empieza a trabajar a través del espejo. Aborda las falencias que tiene y lo que el otro pueda descubrir de él mismo. Ahí se empieza a desmenuzar todo".
"En algún momento quedó trunca la vida del ser humano, por la causa que sea, y se metió la droga. Se detuvo lo que para la mayoría es un proyecto de vida, -que a muchos nos pasó, aparecieron las dificultades y las superamos-, lamentablemente en mucha gente, se metió la droga o el alcohol, para anestesiar de alguna manera eso que quedó trunco y no lo lograron. Comúnmente es una enfermedad relacionada a los vínculos afectivos. La droga no pasa por si uno pasó hambre, si no pudo jugar al fútbol, todo tiene que ver con los vínculos, con los afectos, con algo que quedó trunco y se metió la droga. Lamentablemente la persona se detuvo en cuanto a su crecimiento personal".
Un problema sin distinciones
Claudio Ferrer sostuvo que "tristemente, no tiene edades. Hoy empiezan a consumir a partir de los 10 años. Es aberrante lo que digo, pero lamentablemente es así. Tenemos más de 50 consultas todos los días, en rangos que van de los 10 a 17 años; después grupos de 30 y pico de años; y gente de más de 70 años, ya jubilados".
Cada caso es una historia, con su contexto y sus particularidades. Aún así, el especialista analizó: "La pandemia dejó no solamente cuidados extremos en la gente, como el uso de barbijo y demás, sino que plasmó cuestiones emocionales muy fuertes. Desde un chico hasta un adulto, la pandemia le pegó fuerte. Estuvimos conviviendo casi dos años con la muerte, sin tenerla tan cerca quizás, pero estuvimos escuchando tanto tiempo que nos podíamos morir, que todo eso afectó mucho al ser humano. Al estar encerrados, se empezaron a consumir pastillas, alcohol, y en demasía. Se volvió -de alguna manera- en una adicción terrible. Podemos decir que hoy el rango de edad en adicciones va de los 15 hasta los 70 años".
Los relevamientos y estadísticas nacionales son contundentes: "No hay un punto del país, así sea inhóspito, que no haya consumo de marihuana", indicó Ferrer y agregó: "En lugares como Charata -Chaco-, donde se torna imposible que todo llegue, esto está. Pasa que hay una connivencia -hay que decirlo-, con la policía, con la política. Todo el mundo mira para un costado, hay un libre albedrío de todo, sin asumirse responsabilidades seriamente. Nos quieren y nos prefieren ignorantes y adormecidos. Hay chicos que tienen una familia fenomenal, inclusive tienen poder adquisitivo extraordinario, y los chicos están totalmente adormecidos en la vida porque están drogados. Ha crecido exponencialmente el consumo".
¿Voluntad en el paciente?
Es un polémico punto en la temática. Al respecto, el director de la Comunidad Terapéutica expresó: "La voluntad del paciente incide muchísimo, pero hay que tener en cuenta que está quebrantada. Necesitamos la estrategia de la institución, con la ayuda de la familia, o sus lazos afectivos. Un chico que está consumiendo diariamente, que se está matando día a día, es imposible que diga 'che, tengo que detener esto, me tengo que ir a hacer una desintoxicación o me tengo que internar'; porque no advierte que se está muriendo. Su voluntad está quebrantada y por ende, la persona está envuelta, está inmiscuida en la adicción, está enferma. Es imposible que una persona pueda pensar en sí mismo, en mejorar su estado. Pero obviamente, si alguien decide tomar la aposta de hacer su tratamiento, es fundamental y nosotros tenemos que actuar inmediatamente. Aprovechar ese click. Obviamente, trabajamos en encontrar un motivo, un disparador de motivación; hacemos logoterapia, que tiene que ver con lo bio, psico, social y espiritual. Abarcamos todos los aspectos, porque inclusive dentro de la institución tenemos clases de yoga, de respiración, más allá de la terapia individual, grupal, de un seguimiento médico y psiquiátrico, si lo necesita la persona. No quiere decir que esté muy mal, sino que muchas veces uno necesita un tratamiento psiquiátrico para estabilizarse, para establecerse, para transitar la búsqueda motivacional -que tiene que ver con un proyecto de vida-. Las drogas y el alcohol no son un estilo de vida, sino un proyecto de muerte y buscamos que la persona salga de la institución con un objetivo para su vida".
Compromiso familiar innegociable
"Para que los padres no sienten culpa cuando se enteren que sus hijos están con un problema de adicción o tomen carta en el asunto, debemos saber que el adicto tarda entre 2 y 3 años para que quien esté a su lado, se termine dando cuenta que ya no tiene control de la situación. Al principio lo maneja y después, ya cuando la adicción entra en profundidad, la persona pierde el control, se empieza a alcoholizar dentro de la casa, o toma de más en la mesa, o viene drogado a la casa. Esa famosa entradera a la casa, a las seis de la mañana y que no puede abrir la puerta, entonces cuando se levanta un papá, se da cuenta que ese chico no está en buen estado, demora más o menos unos 3 años en producirse. Es muy minucioso el darse cuenta, no es solamente mirarle los ojos, sino que hay cambio de hábitos, de ropa, de gusto musical, de personalidad, de amistades, un cambio en el estilo de vida. Hay muchas cosas para poder observar. En los primeros años el adicto no quiere que nadie se entere y cuando se le va todo al diablo, de alguna forma exterioriza pidiendo ayuda con su actitud".
La intervención de la Comunidad Terapéutica no solo es integral, sino que requiere indefectiblemente de un acompañamiento del entorno. Acerca de ese aspecto clave, el profesional señaló: "Nosotros tenemos no más de 30 personas en la residencia, que promedian los 40 años y desde hace unos 15 años decidimos trabajar así. Llegamos a tener hasta 160 personas internadas, pero decidimos que el tratamiento sea más individualizado. Dura entre 4 a 6 meses, y se trabaja más con la reinserción social que con la inserción institucional. El acompañamiento familiar es fundamental, sin eso, nosotros no aceptamos a ningún chico. Puede sonar feo lo que digo, pero muchas veces actúan así y aclaramos, la Comunidad no es un depósito de seres humanos, sino un centro de reeducación social. Esto funciona con la persona con adicción, los profesionales y el acompañamiento de la familia, sin eso no podemos hacer nada. Si una persona viene y de repente, la familia no quiere venir o no puede, el tratamiento se corta. Esto no es color de rosa, viene gente que deja al chico, se va y no quiere saber más nada. Ellos necesitan la presencia familiar, la muestra afectiva, desde un abrazo, desde la cuestión visual y demás. Esto no es un club. Es entendible que la familia está cansada, está agotada, pero si vamos a hacer un esfuerzo, lo tenemos que hacer entre todos".
Al alcance de todos
La Asociación Civil Nuestra Vida recibe a pacientes de todo el país. "Trabajamos con obras sociales, con prepagas, de manera particular e inclusive hay becas. Como presidente de la institución, la premisa que defiendo y aplicamos, es poder de alguna manera colaborar en generar un proyecto de vida nuevo. Obviamente que todo el mundo necesita cobrar y vivir de la profesión, pero si una persona está con ganas de hacer un tratamiento y la familia quiere acompañar, todo el resto se puede arreglar".
Contacto institucional: Asociación Civil Nuestra vida - Rehabilitación de Adicciones
"Nos importa la transparencia de la institución, por eso ahí están nuestras caras, de saber la persona con qué médico trata, a dónde va a venir. Los esperamos con mucho gusto, cualquier tipo de duda, inquietud, pueden consultarnos", afirmó Ferrer y agregó: "Trabajamos con mucha gente de Entre Ríos. Tenemos internados de Nogoyá, Crespo, Paraná. Es una provincia que recibe muy bien nuestros servicios, y nuestro compromiso es poder brindarles el apoyo necesario".
A modo de referencia, detalló: "Estamos en Benito Lynch y Colombia, en Tortuguitas, Buenos Aires. Nuestro teléfono es el 1164227476, sino por la página oficial y por Instagram Nuestra Vida OK. Es a 4 cuadras del centro de Tortuguitas, en una zona de quinta, muy tranquila. Tenemos una casa muy grande, muy amena, como se ve en las imágenes publicadas. Es solamente para varones".
Empatía social
Con una mirada sobre el tejido comunitario, el psicólogo social analizó: "Hay mucha falta de empatía. Se está ejerciendo una cuestión de individualización muy fuerte, muy potente. Como que cada uno cuida su quinta y nada más, no hay mucho compromiso con el otro, más allá de lo que se pueda promulgar a nivel político. Esto tiene que ver con un tema de salud mental, y lamentablemente en esta batalla, a veces se levantan banderas pero estamos solamente los que trabajamos de esto. A los adictos se los margina mucho".
"Como sociedad tenemos que tener más información, que haya más prevención, ayudar a los chicos. Damos charlas en los colegios -desde 5to. grado, estamos hablando de 10 años-, una horita por semana vamos con diapositivas, para de alguna manera salvar a uno, dos, tres. En Buenos Aires, lamentablemente es mucho más fácil conseguir un trabajo de soldadito que en McDonald's, entonces es muy angustiante, se juega con la necesidad y el vacío. Se perforó el tejido social, entra la droga, y hay chicos que salen y hay chicos que no salen nunca, esa es la realidad también, hay que ser honestos con esto", manifestó el director.