¿Pantallas o papel? El debate que sacude la educación mundial

Sociedad18 de junio de 2025
Suecia y escuelas europeas reducen pantallas en aulas, priorizando libros y escritura manual para proteger el desarrollo cognitivo de niños y adolescentes.
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En un giro inesperado, países como Suecia están replanteando el uso intensivo de tecnología en la educación. En 2024, el gobierno sueco invirtió 60 millones de euros para devolver libros impresos a las escuelas públicas, abandonando su ambicioso plan de digitalización educativa. 

Esta decisión responde a preocupaciones globales sobre los efectos negativos de las pantallas en el desarrollo cognitivo y emocional de niños y adolescentes, según reportes de National Geographic.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que los menores de dos años no deberían usar pantallas, y sugiere limitar el uso a una hora diaria para niños menores de cinco años. 

Sin embargo, los dispositivos electrónicos se han normalizado entre los más pequeños, generando un debate sobre sus impactos. 

En España, la Escuela Pía de Caldes de Montbui ha adoptado una “desintoxicación digital”, promoviendo la escritura a mano y el uso de libros físicos desde la educación infantil hasta el bachillerato.

Estudios recientes, como un metaanálisis de la Universidad de Hong Kong (2023), revelan que el uso excesivo de pantallas afecta la corteza prefrontal, vinculada al control de impulsos y la gestión emocional, y puede causar déficits en habilidades lingüísticas y de atención. 

Sin embargo, también se reconocen beneficios, como una mayor destreza en tareas simultáneas y resolución de problemas. 

A pesar de esto, expertos como Michel Desmurg, autor de Más libros y menos pantallas, comparan el impacto de la tecnología con los riesgos del tabaco en el pasado, destacando que escribir a mano estimula la creatividad y la lógica, mientras que leer en papel mejora la retención.

El auge de la inteligencia artificial, como ChatGPT, ha intensificado las preocupaciones. 

En la Escuela Pía, las directoras pedagógicas Lorena Jiménez y Ascensi Laglera notaron que, tras la pandemia, los estudiantes mostraban dificultades para estructurar ideas, tomar apuntes o realizar cálculos mentales, problemas atribuidos al uso de herramientas digitales como autocorrectores. 

Por ello, optaron por reducir la tecnología en favor de métodos tradicionales.

En Silicon Valley, incluso los líderes tecnológicos eligen escuelas como Waldorf, que evitan pantallas y priorizan actividades artísticas. 

David Bueno, neuroeducador de la Universidad de Barcelona, señala que la inmediatez de las redes sociales fomenta la impulsividad y reduce la capacidad de atención, ya que activa la dopamina, generando dependencia. 

Esto es especialmente crítico en adolescentes, cuya autoestima puede fluctuar según los “likes” en redes, según investigaciones del Connected Minds Lab en Ámsterdam.

La plasticidad cerebral, clave durante la infancia, permite al cerebro adaptarse a entornos tecnológicos, pero también subraya la importancia de actividades como escribir a mano, según el neurocientífico Javier DeFelipe. 

Un experimento de 2025 en la Universidad de Texas mostró que limitar el acceso a internet mejoró la atención y la memoria en un 91% y 71% de los participantes, respectivamente.

El concepto de “amnesia digital” refleja cómo delegamos nuestra memoria a los dispositivos. Diego Hidalgo, autor de Anestesiados, advierte que sin práctica, la memoria se debilita. Mientras tanto, un estudio de 2023 en EE. UU. vinculó el uso excesivo de pantallas con un descenso en el cociente intelectual, un fenómeno inédito en un siglo.

A medida que la tecnología avanza, el equilibrio entre pantallas y métodos tradicionales se convierte en un desafío crucial para proteger el desarrollo cerebral y fomentar un aprendizaje significativo.

Cadena 3

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