Un aviso oportuno, una intervención efectiva y una desinteresada colaboración, son los ejes de esta historia. Sucedió el fin de semana y habiendo pasado un período clave y decisivo para la subsistencia con vida de los recién nacidos, los protagonistas hicieron saber lo ocurrido.

Un triste episodio del mundo animal tuvo lugar en el asentamiento de la fuerza aérea, en la capital provincial, lo que movilizó a la policía especializada. El Jefe de la Brigada Paraná de la Dirección de Prevención Delitos Rurales, Crio. Leandro Peralta, contó a FM Estación Plus Crespo: “Se recibió el llamado de una integrante de la Fuerza Aérea Argentina, que se desempeña en el área de Sanidad de la Segunda Brigada Aérea de Paraná. Al momento de la comunicación telefónica, refirió la presencia de una comadreja con sus crías y que la misma parecía estar lastimada por los perros. Inmediatamente una dotación acudió al lugar, munidos se elementos mínimos, los básicos y necesarios para proceder a la captura y puesta en resguardo del marsupial; sin poner en riesgo su integridad ni la de los agentes”.

Al arribar al predio lindante de la Sección Sanidad, corroboran la presencia de una Comadreja Mora -Didelphis Albiventris-, llamada comúnmente Zarigüeya. “El ejemplar era una hembra, que se encontraba muerta y  junto a ella, varias de sus crías. A simple vista, se pudo advertir que algunas estaban aún alimentándose, es decir, mamando de la comadreja ya sin vida”, explicó Peralta.

Con la premisa de preservar la especie, los brigadistas actuaron en consecuencia: “De inmediato se tomó la determinación de cargar el animal junto a sus crías, mediante la utilización de una jaula de traslado, para ponerlos a resguardo. Momentos más tarde, los recién nacidos fueron cuidadosamente desprendidos del cuerpo de su madre, procurando no lastimarlos ni causar un mal mayor”, recordó el Jefe de la Brigada Paraná.

Aún quedaba mucho por hacer para alcanzar el objetivo. El sentido compromiso de civiles o integrantes de otras instituciones, movilizados por la situación, es lo que habitualmente termina propiciando un final feliz. Así lo destacó Peralta, resaltando la actitud de Patricia Díaz Caro (colaboradora) y Maisa Santos (funcionaria de fuerza aérea), quienes han contribuido con creces a la función de la Brigada. El funcionario sostuvo que “los recién nacidos fueron entregados a Díaz Caro, una ciudadana de Paraná, que con mucho afecto y cariño hacia la fauna autóctona, está sin ningún tipo de interés y totalmente ad honorem realizando la labor de permitirles continuar con vida. Para la sociedad es un granito de arena en favor de nuestro ecosistema y para esas crías, es la esperanza de lograr subsistir”.

Amor y dedicación que ya dan sus frutos

La hembra sólo alcanzó a traerlos al mundo. Por el corto tiempo de vida que tienen los ejemplares, no es tarea fácil suplir lo que haría su mamá.

Destacando la sensibilidad de Santos y reconociendo una vez más la tarea de Díaz Caro, el funcionario a cargo de la Brigada Paraná indicó: “Ella los alimenta con una leche específica, que se adquiere en las veterinarias y que fue aportada con recursos propios, por la funcionaria de la Fuerza Aérea que reportó la situación. Durante el día se les da de comer cada 2 horas y cada 4 horas durante la noche. Esta señora también les toma la temperatura a cada uno y durante los momentos de sueño, los introduce en una bolsa especial, que emula ser el abdómen de la comadreja madre, donde son comúnmente transportados. Si ella viviera, en esta etapa de sus vidas pasarían gran parte del día en esas condiciones”.

Con satisfacción y compromiso, el procedimiento se repite una y otra vez, dando buenos resultados: la mujer extrae las crías de a una por vez del bolsito térmico, los alimenta con leche especial (también utilizada para la crianza de gatitos bebés), y luego los deposita cuidadosamente en un recipiente, donde pueden hacer la digestión. La dedicación a cada ejemplar hace que no se superpongan y todos reciban una alimentación suficiente y adecuada.

“Ya empezaron a comer pequeños trozos de frutas”, celebran quienes han formado parte de la historia. Finalmente, la mujer guarda uno a uno en el simulador materno, donde duermen plácidamente hasta el próximo horario de ingesta.

La vida de la Zarigüeya es rápida y corta. En cautiverio puede llegar a vivir hasta los 4 años. De no ser por la llamada a tiempo de la funcionaria de la fuerza aérea, de la rápida acción de los brigadistas y del solidario gesto de la vecina paranaense, estas crías habrían resumido su existencia a tan sólo horas.