Patricio Eleisegui: “Está comprobado que Entre Ríos tiene un nivel de contaminación enorme”

Crespo23 de mayo de 2018 Por Estación Plus Crespo
El escritor y periodista disertó en Crespo, rechazando en forma contundente el uso de agroquímicos. “Entre Ríos es una de las provincias sobre la cual se tiene mayor evidencia científica”, afirmó en relación a los efectos que inciden en la salud humana.
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Patricio Eleisegui estuvo en Crespo presentando la reedición del libro “Envenenados: Una bomba química nos extermina en silencio”. En ese contexto y en relación a su obra, el autor sostuvo que “exponen el proceso de producción agrícola con transgénicos, pesticidas y la incidencia que esto tiene en lo ambiental como en la calidad nutricional de lo que consumimos a diario”.

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Eleisegui destacó el rol que tiene Entre Ríos en esta investigación: “Tiene una participación clave, porque los testimonios de las víctimas los aporta esta provincia. Estela Lemes, de la Escuela Bartolito Mitre, en Costa Uruguay Sur, cerca de Gualeguaychú y el caso Tomasi, que es en Basabilvaso. Entre Ríos es además referencia obligada por cómo está el modelo y por la manera en que ha ido repercutiendo, con prueba científica. Es una de las provincias sobre la cual se tiene mayor evidencia científica. No podría descartar de que Misiones tenga una situación igual o más complicada que Entre Ríos, lo mismo Chaco o Santiago del Estero. Pero es real y está comprobado que Entre Ríos tiene un nivel de contaminación enorme y que tiene incidencia directa en la salud de sus poblaciones. Se puede hablar de un río Paraná con glifosato o hablar del 40% de muertes por cáncer en San Salvador y tiene un vínculo directo que pasa por la fumigación”.

El disertante apoyó la necesidad de lograr una prohibición plena del uso de glifosato, tanto desde lo administrativo como en el sentido práctico. En esa línea de pensamiento comentó: “Rosario fue la primera ciudad en prohibirlo. Ahora se discute en Santa Fe y en Buenos Aires hay limitaciones mediante ordenanzas. Es interesante que en las localidades donde se dictan estas normativas, poder exigir que haya un presupuesto asignado para el control de su cumplimiento, porque sino con la letra sola no hacemos nada. A nivel nacional todavía hay un vacío legal enorme”. Eleisegui se mantuvo firme en su convicción y agregó: “No tengo ninguna duda de la prohibición. Si hablamos de un producto cancerígeno, no le podemos pedir a un pueblo que se pongan un traje de astronautas para poder vivir arlado de un campo fumigado. Es una locura total”.

Los efectos en la salud están a la vista en los diagnósticos que alude en sus trabajos periodísticos e investigativos, por lo que fue contundente al detallar su perspectiva: “Un estudio del CONICET que se hizo sobre la zona de Urdinarrain comprobó que el nivel de contaminación del glifosato está ahí entre los más altos del planeta y eso es prácticamente irreversible. Hay que pensar que esto podría llegar a tener un cambio si se frena la actividad ya y tal cual está, y eso no está ocurriendo. Las mediciones que dicen sobre el glifosato que está en el río Paraná, no dicen hace cuánto estuvo acumulado y sigue permanentemente escurriéndose del campo hacia el agua. Va en ascenso y la naturaleza va a resistir, en algún momento el medioambiente se recuperará, los que no vamos a estar vamos a ser nosotros”.

“Es un largo proceso, como todo cambio y mientras tanto, vamos a tener lamentablemente estas novedades trágicas. Nos queda esperar que haya una reacción, tristemente va a ser a fuerza de la vida de los pueblos, que es lo que estamos monitoreando a menudo”, afirmó Eleisegui.

El escritor y periodista recordó que la problemática lleva aparejada una puja de intereses y un cambio de mentalidad, por lo que incluyó a los medios masivos y a las universidades en el abanico de dificultades a sortear: “Los medios de comunicación tienen una gesta de complicidad. En algunos casos porque no pueden y en otros porque no quieren, ya que tienen intereses con las compañías afectadas. Si Clarín o La Nación organizan ExpoAgro, claramente ellos no van a hablar en contra de este modelo, por el contrario, van a tender a profundizarlo. Son compañías poderosas que intervienen en el mundo del agro. Hay que apagar un poco la tele e informarse por otras vías. Lo propio ocurre con las academias, que no han hecho otra cosa que gestar profesionales ingenieros que creen que la única manera de trabajar la tierra es echando veneno. Si durante 20 años le repiten al Ingeniero Agrónomo que tiene que usar un bidón, los resultados son los que tenemos hoy”, concluyó.

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