En Crespo, la “Ronda de los martes” no se detiene

Crespo14 de marzo de 2018 Por Estación Plus Crespo
Este 13 de marzo se llevó a cabo la tercera marcha alrededor de Plaza Sarmiento. En silencio, con velas y carteles, crespenses piden que se le ponga un freno a la Ley de Agrotóxicos –que tiene media sanción en el Senado-, y se expresan a favor de la agroecología.
Versseñazi

El 27 de febrero, Crespo se sumó a esta iniciativa que se lleva adelante en diferentes ciudades entrerrianas. La propuesta consiste en convocarse todos los martes a las 20:15 junto a la fuente de agua de la plaza principal de la ciudad y desde allí marchar alrededor del espacio verde. La movida tiene como premisa repetirse por tiempo indeterminado, hasta que los legisladores advierten la voluntad popular.

La primera convocatoria contó con la presencia del bioquímico Daniel Verzeñassi, integrante del Foro Ecologista de Paraná, quien en diálogo con FM Estación Plus 94.3 explicó: “Hemos decidido no reaccionar más, sino accionar de manera constante, marchando de manera imparable hasta que se termine con este modelo de producción. Puede sonar demasiado ambicioso o grandilocuente, pero es una decisión tomada. La muerte de un niño, el incremento de pacientes en la sala de oncohematología, las alteraciones hormonales, los casos de cáncer en la población infanto-juvenil, índices de fertilidad modificados y tendientes a la infertilidad, la celiaquía, las enfermedades autoinmunes, las neurodegenerativas como Parkinson o Alzheimer, son muestras de los efectos y ante esos casos aislados se reacciona. Pero queremos salir a la calle para que no haya más casos. No nos queda más tiempo. Ya desde hace bastante que no tenemos más tiempo, pero mucho menos queda si el reloj sigue marchando y siguen los descuidos, que son amenazas fatales. Quedan algunos márgenes para evitar algunos males mayores”.

Desde un punto de vista más cercano a su profesión, Verzeñassi comentó: “No estamos creados para consumir ni convivir con ningún veneno. Cuando se admite cierta cantidad presente en algún alimento, es porque el mercado no tiene la menara de quitarlo y es el modo que encuentran de poder seguir comercializándolo. No les interesa la medida del daño que causa a la salud, sino la medida de lo que se puede quitar sin afectar el negocio de los fabricantes de comestibles o productos. Y consecuentemente, no reducirles el negocio a los que venden ese veneno, incluido como ingrediente o composición químico. No se maneja desde la salud sino desde los balances contables. Pero hemos llegado a un punto de contaminación que si todos los habitantes fueran sometidos a un análisis de sangre, nos encontraríamos con que todos tenemos alguna sustancia nociva. No quiere decir que no haga daño, sino que estamos en un nivel impredecible de cuánto daño puede generarnos, porque además somos todos diferentes y la susceptibilidad es individual. Se aceptan ciertas cantidades porque ya estamos todos envenenados”.

“Nos han vendido el mito de que si no se usan estos productos nocivos no se puede producir y el mundo se muere de hambre”, planteó el ecologista y analizó: “Es mentira. Un tercio de los alimentos que se producen se desechan, porque no cumplen con los requisitos de la comercialización estética. Hoy no se produce para alimentar al mundo, sino para vender. El mundo se muere de hambre no por dejar de usar venenos, sino por un sistema injusto de distribución, inecuánime y que privilegia a los poderosos”.

Verzeñassi instó a tomar conciencia en los plazos que otros países ya lo han hecho, sobre lo cual contó: “Alemania en el 2020 no sólo permite más el glifosato en su territorio, sino que tampoco permite que se le dé más de comer transgénicos a su ganado, del cual después van a alimentarse. El mundo reconoce entre los componentes del glifosato una molécula química probablemente cancerígena, es decir que es cancerígena, sólo que hasta ahora las investigaciones se han hecho sobre animales. Para que pase a la categoría 1, que es la definitiva de cancerígena, solamente se deben contar enfermos y muertos humanos. En Argentina vergonzosamente y criminalmente sigue clasificándola como categoría 4, es decir, banda verde. Se le da el mismo trato que cuando el mundo la consideraba sustancia no dañina y hoy en todos lados ya clasifica como cancerígena. No se convirtió desde la nueva clasificación, siempre lo fue, sólo que no se la recategoriza por el fraude comercial que provocan las corporaciones sobre los órganos de aplicación y autorización. Hay que desentrañar cómo se aprueban las moléculas químicas en el mundo, cuál es el lobby que hacen las grandes empresas para torcer la mirada científica en los órganos de aplicación”.

Con la esperanza de la repercusión que “la ronda de los martes” pueda tener, el ambientalista señaló: “Tiene que tomarse la decisión política de ir pasando gradualmente al sistema agroecológico. Hay que ir en un proceso creciente de desenvenenamiento. Hay experiencias positivas, donde los campos tratados mediante agroecología son muchísimo más rentables que los convencionales con veneno, porque son cada vez más caros, absorben mayor porcentaje de lo que el productor saca por su producción”.  

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